¡Hola a todos!
Gracias por seguir estando con nosotros, acompañándonos en este viaje. Les contamos: el sábado nos fuimos a Sagunto, un pueblito (chiquito y bonito) de la comunidad valenciana, que queda a media hora (en tren) de la capital. Llegamos allá al mediodía y, apenas bajamos del Renfe, nos dirigimos al Servicio de Información Turística, donde recogimos mapas, folletos y pedimos las explicaciones y recomendaciones del caso. Después, ya equipados (mapas, máquina de fotos, sanguchitos y bebida), comenzamos a caminar y no paramos más ¡Recorrimos todo!
Primero fuimos al Ayuntamiento, después a la plaza principal, al teatro municipal, a la Plaza Mayor y a la catedral de Santa María. De ahí subimos por unas callecitas muy angostas hasta la Judería, un barrio que mantiene sus casas igual que en el 1400, antes de la expulsión de los judíos. Por ahí cerca queda la Ermita de la Sangre, cuyo edificio era antiguamente una sinagoga.

Después seguimos subiendo porque arriba del pueblo está "El Castillo de Sagunto", una fortaleza de la época romana que conserva restos de ese antiguo pueblo y fue declarada Monumento Nacional en 1931 ¡Está espectacular! Ahí almorzamos (tuve que retarlo a Diego por tirar la basura en el suelo) y luego visitamos también el "Antiquarium Epigráfico", museo que guarda restos de lápidas y monumentos romanos. El tipo que atendía el museo no te daba bola ni te explicaba nada así que, a partir de los carteles, nos fuimos autoenseñando las distintas cosas (¡No sé cómo las habremos entendido!)
Abajo del castillo está el Teatro Romano, del cual parece que no quedaba mucho porque la mayor parte es reconstrucción, pero dicen que ahí siguen poniendo en escena espectáculos y se hace un Festival de las Artes Escénicas.
Después llegamos hasta el Calvario: allí están representadas las

distintas estaciones del Vía Crucis y todos los Viernes Santo se hace una representación de la Pasión. Cuando bajamos, y después de diversas paradas para descansar en placitas y sitios súper tranquilos (en realidad, todo el pueblo es re-tranquilo), comenzó a aparecer un montón de gente vestida de gala y, al rato, sonaron bombas y petardos ¡Era un casorio en la catedral! Como buenos chusmas, nos mandamos hasta ahí y aprovechamos para entrar a la iglesia, porque cuando habíamos pasado antes estaba cerrada. No sabemos porqué pero toda la gente nos miraba...¿Será porque nos aparecimos en bermuda y remera, llenos de tierra de pies a cabeza en el medio del festejo?
¡Quién sabe hijos míos! Los misterios de la naturaleza... ;)
Cuando dejamos de curiosear y de sacar fotos, salimos de nuevo a la plaza y ahí nos estaba esperando otra sorpresa: ¡una orquesta! La perseguimos - literalemente, porque salimos corriendo detrás - y descubrimos que delante de ella venía un desfile de falleros así que nos adelantamos hasta verlos bien de cerca. Yo quería bajar a la calle e ir con ellos, pero Diego se empezó a matar de risa y me dijo: - ¿Qué querés llevar ahora? ¿Un trajecito de fallera? Así que no me quedó otra que ir arriba con él... :(
Con el desfile llegamos hasta la Cruz de Mayo, un crucifijo que realizan con flores, y después hasta la iglesia del Salvador, construida en el siglo XIII pero que, sin embargo, parece nueva. Allí había una celebración por la Virgen de los Desamparados, patrona de Valencia. Cuando llegamos había otro casamiento y de nuevo el arroz, el papel picado y los fuegos artificiales. Y de nuevo el sentirse "unos crotos"... ¡No saben lo lujoso que era todo!

Como ya era tarde, salimos de la iglesia y volvimos a la estación a tomar el tren a Valencia, pero cuando lo anunciaron se equivocaron y nos subimos a uno de las "Grandes Líneas", que estaba muy bueno, tenía cafetería, te entregaba auriculares, etc. Pero no todo es bueno en la vida... apareció el guardia, nos pidió los tickets y con Diego nos quedamos congelados.... por suerte era buena onda y nos permitió seguir arriba. El tren no iba hasta Cabanyal (que es la estación donde tenemos que bajarnos) pero, gracias a Dios, llegaba por lo menos hasta Valencia Nord. Entonces nos bajamos ahí. Como la Estación Norte queda al lado de la plaza de toros y justo había terminado una corrida, aprovechamos para entrar, nos sacamos algunas fotos y charlamos con dos cordobesas que estaban haciendo lo mismo...
Aunque yo no lo ví, Diego me dijo que había coágulos de sangre en la arena (del toro, me imagino...)
De ahí ya nos volvimos al dpto., preparamos un guisito de lentejas y después llamamos a casa ¡Fue lindo escucharlos! ¡Gracias! ¡Besos!