viernes, noviembre 23, 2007

Casi no cuento el cuento...

¡Holis a todos!

No saben lo que me pasó ayer: me prendí fuego. Sí, así como lo digo (y sin exagerar): anoche - y sin querer, quiero aclararlo por si alguien tuviera dudas - me prendí fuego.
Paso a dar detalles del episodio: Diego llegó y como tenía mucha hambre, decidimos cenar temprano. Entonces me dirigí a la cocina, llené la cacerola de agua (para hacer pasta con salsa de pesto, ¿estaba rico, no? ;-) y cuando fui a prender la hornalla, no me funcionaba el magiclick. Pero en lugar de apagar el gas, seguí intentando y cuando por fin salió la llama, el fuego se hizo tan grande que se me trepó al pulóver (cuyo tejido para el colmo era súper sintéctico), y de allí fue subiendo por todo el brazo izquierdo hasta mi cabeza.
Pero lo peor del caso es que yo comencé a dar vueltas por la cocina, intentando aplacar la llama con el brazo que tenía libre y Diego, entonces, escuchó mis saltos y me preguntó:
- ¿Qué pasa Tititi?
- ¡Me estoy quemando! - le contesté.
Pero él siguió en la compu, trabajando. Un rato después, el olor a quemado (que desprendía mi ropa y mi pelo) se extendió por toda la casa, y entonces él asomó su cara por la puerta de la cocina me dijo:
- ¿Te estabas quemando en serio? Pensé que me estabas jodiendo.

Aprendizajes obtenidos a partir de la experiencia:
1) Apagar el gas si no sale la llama.
2) Si pasa algo, gritar muy fuerte (porque según Diego no grité nada, por eso no me creyó ;-)
3) Desconfiar de que la ayuda llegue a tiempo (¡Igual te quiero! ;-).

martes, noviembre 20, 2007

Y quiso el Dios del cielo que la tortilla se diera vuelta...

y que me volvieran a otorgar la beca!!! ¡Qué emoción!
No pregunten por qué ni cómo sucedió, pero la vida da muchas vueltas, y la mía es una clara demostración... ;-) ¡¡GRACIAS!!
Y no sólo eso, además hay un broche de oro o un "bonus track" (como me dijo la Vero). Hoy, cuando fui a firmar unos papeles de la beca, en el salón contiguo al despacho había un montón de gente y muchos medios de prensa, lo cual me sorprendió porque en general, cuando entrás en ese edificio, te da la sensación de que está vacío, por el silencio reinante. Mientras estaba llenando los formularios, de pronto me pareció oír que alguien cantaba y le pregunté a Teresa, la señora que me atendía, si era posible que fuera Jorge Drexler. Ella me dijo que efectivamente era él y entonces le agradecí doblemente: por la beca y por la posibilidad de verlo. Completé todo rápidamente y, aunque ya estaban echando a toda la gente porque la rueda de prensa había terminado, me escabullí por un resquicio y logré acercarme. Vi que estaba firmando cds y sacándose fotos, pero yo no tenía nada (sólo un libro que llevaba en la mano). Entonces cogí fuerzas, me acerqué y le dije: "yo no tengo cámara ni nada, pero quería saludarte, darte un beso" (¡Qui morru tío!, y sí... ya lo sé). Pero lo mejor es que él vino y me pegó un abrazo muy fuerte, me dio un beso y después de eso, en lugar de irse cada quien por su lado, comenzamos a charlar tranquilamente...¡Una humildad el tipo! Yo le dije que me encantaba su música y él me dijo: ¿Y qué hacés vos, qué estás leyendo? y agarró mi libro (o mejor dicho, de la biblioteca, pero que va a ser mío para siempre...:0), lo comenzó a hojear mientras yo le explicaba de qué iba y porqué lo estaba leyendo y me dijo: parece que está bueno... Además es del Fondo de Cultura Económica, una de las editoriales que más me gustan... Después seguimos conversando unos minutos más y como su representante lo vino a buscar, me despedí... ¡Fue tan mágico...!
Así que no sólo me dieron la beca sino que la casualidad - o la causalidad - quiso que, además, me encontrara así, cara a cara, con Jorge Drexler. ¡REMIL-RE-GUAY! :-)

jueves, noviembre 08, 2007

¡FELIZ CUMPLEAÑOS MAMÁ!

Señalada por el índice del sol


La recuerdo a mi madre algunas tardes
cuando cedo a la costumbre de la siesta
de chico era penado no dormirla,
con terribles temporadas sin veredas.
La recuerdo a mi madre soberana,
sobre un inquieto trompo de polleras,
sonriente como bota que han lustrado,
victoriosa como trigo que verdea.

Se entendía con los gallos y la luna,
si quería que le dieran hora buena,
y para ella el día ya era viejo,
cuando el sol asomaba a sus tareas.

Era un garito oscuro la cocina,
y allí ganaba ella sus apuestas,
en un truco con naipes de lechuga,
o un billar culinario de ciruelas.
A los patios enormes de la infancia,
iba mi madre y allí dejaba huellas,
cada año hasta hoy las ha seguido,
el malvón para encontrar la primavera.

Ella hizo de la vida y sus suburbios,

una cuestión de amor y de pureza,

señalada por el índice del sol,
anda mi madre para que yo la vea.
Señalada por el índice del sol,
anda mi madre para que yo la vea.

Pagura-Biels



Porque siempre que la canto me acuerdo de vos. O quizás la canto para recordarte.

¡Te amo mamá! Que seas siempre feliz.