La noticia me conmovió sobre todo por los fundamentos que no tienen el más mínimo desperdicio:
- Otorgar el reconocimiento permanente del símbolo por excelencia de nuestra gastronomía, “la parrilla”.
- La tradición asadora debe ser protegida y promocionada a nivel nacional como una forma de rescatar la cultura y las costumbres de nuestro país.
- Reafirmar la “identidad nacional”. En este sentido se debe posicionar a la parrilla como experiencia de placer y de alta gastronomía, que valorice los elementos característicos del territorio nacional, respete la biodiversidad y la naturaleza y exalte el origen y la tipicidad de productos de nuestro país como la carne y el vino.
- La elección del día propuesto no obedece a ningún hecho o hito histórico que la justifique en particular, en tanto y en cuanto todas las fechas son buenas cuando de proponer esta celebración se trata.