¿Alguien conoce la historia de la braguita voladora?

Érase una vez, en una ciudad gaudiana, una pequeña (¡y no miento!) que vivía con su hermana y un hombre peludo de laaaaaaaarga barba (tampoco miento en esto). Ella estaba inmersa en el mundo libresco y fotocopiadoril, pues en esta ciudad también se cometía el delito de "reproducción total o parcial", que tantas úlceras provoca a editoriales y libreros.

La niña se pasaba los días leyendo y leyendo, pero intentaba compaginar esa actividad con las típicas tareas del hogar, sobre todo por dos razones: para ayudar a su hermana que trabajaba todo el día fuera de casa y, más que nada, para acostumbrar a su trasero a la posición vertical, que éste prácticamente desconocía.

Un día se dispuso a lavar la ropa: recogió las prendas dispersas por doquier, las seleccionó de acuerdo con sus tonalidades y así, poco a poco, fue organizando el lavado (o "la colada", según pronunciaban sus hispánicos vecinos). De pronto se dio cuenta de que, entre las prendas, había también ropa interior y decidió fregarla a mano a fin de evitar posibles contratiempos. Luego colgó las prendas una por una, las dejó a merced del viento, encargado de finalizar la tarea, y se fue a Bellaterra, donde tenía que cumplir con sus obligaciones académicas.

Por la noche, cuando todos llegaron a la casa agotados por el arduo día que habían vivido, comieron y bebieron (sólo agua -aclaro para evitar malentendidos o interpretaciones erróneas o difamadoras-) y se sentaron frente a una cajita mágica (que algunos llaman también "boba") pues tenían una cita con el afamado doctor House, el galeno más reputado de la tierra media (o sea la que está al medio, es decir, Europa).

Cuando estaba terminando el programa sonó el teléfono: era su príncipe ruludo que la llamaba desde la no tan lejana región valenciana. Estaba platicando con él cuando el viento comenzó a soplar y soplar cada vez más fuerte.

Entonces, su hermana decidió recoger la ropa de la soga, y así lo hizo. Luego separó las prendas y se las repartió a cada uno según su talle. Sin embargo, cuando nuestra protagonista fue "a" por sus cosas descubrió que faltaba algo: una braguita se había escapado volando, para jugar con el viento y caer - quién sabe - en la ventana de los vecinos de abajo.